EN ESTA OCASIÓN LES DEJO LO QUE LLEVO AVANZADO DE MI HISTORIA, ESPERO QUE LES GUSTE... NO ES LA VERSIÓN DEFINITIVA, PERO AHÍ SE VA. TAMBIÉN ESPERO SUS COMENTARIOS Y SUGERENCIAS. GRACIAS.
CRÓNICAS DE MIS ÚLTIMOS DÍAS
CrisTiáN OsValdo T. O.
PRÓLOGO
Lágrima tras lágrima. Luna llena. Todo el esplendor y luz que debería haber se torna apenas visible por un conjunto de nubes grises que opacan a nuestra señora. Nuestra hermosa Luna. Serena... paciente. El conejo que la habita es un espectador en primera fila. Simplemente observa cómo el suelo en el que estoy se enrojece lentamente. Mi llanto causa pánico entre la multitud. Gotas de sangre cruzan mi rostro, bajando hacia mis mejillas, entrando en parte a mi boca, y luego cayendo a mis pies. Sangre pura y limpia. Los ojos blancos rodeados de sangre, sangre. Lloro sangre mamá, lloro tu sangre; la que me has dado. Pero lloran mis ojos de pena y la más oscura furia. Esperanza... acostada en el suelo frente a mí, con los ojos cerrados, tranquila, con su sonrisa de ángel.Su hermoso rostro es salpicado por mis macabras lágrimas; su bello vestido blanco... manchado ahora. Su ilusión de llegar al altar... destruída. Y mi corazón... muere junto con el de ella. Mi dulce Esperanza. Mi dolor es tan grande que puede sentirse en el aire; el peso sobre el hombro de todos y cada uno de los que nos miran. Todos los invitados, y los no invitados; a unas calles de la Iglesia, a unos pasos de estar juntos... a unas palabras de vivir a tu lado... a un beso de ser tuyo para siempre. Tan cerca... de ser el hombre más felíz de aquí a la eternidad.Y ahora me encuentro solo, incado en un charco de lodo y sangre. Todo es tan... pálido, tan silencioso; sin ruido alguno... incluso cuando grito y siento que mis pulmones están por estallar, no escucho nada.
Todo es tan confuso... y el mundo gira... y veo con claridad lo que pasa. El triste recuerdo de aquella noche. Y tú... has tenido el descaro... la osadía... ¿de recordármelo? ¿De hacerme ver morir a la mujer que amé... otra vez? ¿Cómo lo conseguiste? Creía haber olvidado casi todo lo de esa noche... Pero no.Gracias a tí.
Por eso hago lo que hago. Por eso golpeo tu rostro con ira y demencia. Por lo que me hiciste ver. Por lo que le has hecho a mi mente y corazón. Por haber ayudado... a asesinarla; a la mujer que amé con cada célula de mi maldito cuerpo. Por eso insulto y maldigo tu nombre hermano mio. Por eso el calor derrite los recuerdos de cuando éramos amigos. Por eso desfiguro tu rostro con mis manos y destrozo tus tímpanos con mis gritos de odio y dolor.
Y habiendo hecho lo que hice, no me arrepiento. La lealtad que juraste no es más que basura. El amor del que hablabas no era más que envidia y desprecio. Y cuando tu cuerpo se pudra y los gusanos lo hagan suyo... tu alma suplicará perdón, más no la tendrá... al menos no de mí. Y para que todos lo sepan, te dejo esto con letras. Lléndome así de este lugar por siempre. Te dejo esta carta. Así, todos sabrán lo que has hecho... y el por qué de tu violenta muerte. Te veré en otra vida, perro...
CAPÍTULO PRIMERO
*CUENTA REGRESIVA
La gente está impaciente. El “salón” lleno de invitados provenientes de todas partes del país. Y nosotros aquí solos; juntos protegidos por el calor de la noche, cobijados bajo las ramas de este hermoso árbol. Amándonos nuevamente… minutos antes de la boda. Mientras nuestros cuerpos comparten su calor, los demás preguntan por nosotros. Eso era algo irrelevante en ese entonces…
- ¿Acaso no te preocupa que ni el novio ni la novia estén en dónde deberían estar?
- …¿Acaso te preocupa lo que los demás en este momento puedan pensar?
- No. No debería. Jamás… pues te tengo a ti.
- Y siempre seré tuyo, Esperanza. Mi mano estará al lado de la tuya… así como mi corazón estará al lado del tuyo.
El dulce aroma de su piel y el resplandor de su rostro… me hacen pensar que nada puede salir mal en esta noche. Todo es perfecto. Siempre ha sido así desde que ella llegó… desde que ella llegó.Después de unos momentos, la veo irse en su “carrosa”. Con su mirada de ángel… viéndome a través del cristal. Y yo… a la mitad del camino, esperando un taxi que me lleve a la iglesia. Si sus padres se enteran de que nos vimos antes, y de lo que hicimos… podría ser algo complicado al final.
Pero pasa el tiempo. Llegando diez minutos tarde, minutos que jamás debí desperdiciar. Y ahí en el callejón, caminando tranquilamente… siento como un frío aire nocturno congela mi espina. Y la visión de lo impredecible se presenta ante mis ojos. Y antes de que clame al cielo por que todo esté bien, la oigo gritar.
Un grito que desgarra mi alma, que aturde mis sentidos. Un sonido tan terrible que apuñala mi corazón con tan solo escucharlo. Y aunque corro lo más deprisa que puedo, no es suficiente… nunca lo fue. Y es entonces cuando la veo. Fuera del auto en el que viajaba, el conductor muerto por un tiro en la sien. Y ella… en el lodo… sangrando de su vientre, y un cuchillo manchado a su izquierda.
Y yo no respondo… mi cuerpo no responde. No siento nada por unos segundos; y entonces rompo en lágrimas. Me quiebro cual muñeco de madera. El cuento de hadas terminó para mí. Pido ayuda, la gente se empieza a acercar poco a poco… salen de la iglesia y me ven de rodillas sobre el fango. Y se dan cuenta de algo que jamás debieron saber; ven mi sangre… ven mi dolor. Ven mi furia y mi tristeza. Ahora saben que soy diferente…
Me voy rápido en el auto y llego al cruce de Madison con La Fuente. Hace solo una hora maté a uno de mis mejores amigos, y la verdad, no se qué pensar al respecto. Me duele lo que le hice, pero me duele más lo que él me hizo; arrebatarme a la mujer que amaba con todas mis fuerzas.El muy maldito estaba metido en alguna clase de secta. Me enfurece el solo pensar de que ella pudo haber muerto por causa de esa basura en la que Ben estaba metido. Asqueroso Ben, qué te hice para que me hayas dado un boleto directo al infierno. No se me ocurre nada por ahora… y no tengo ni una pista del tipo o los tipos que le hicieron eso a mi Esperanza; Ben les dijo cuando y dónde atacarla, pero él no la mato. Eso no lo hace menos culpable, simplemente lo convirtió en el primero en la fila para morir.
Cuando teníamos diez años, Ben y yo fuimos a explorar a un bosque. Queríamos atrapar a un mapache para llevarlo a la clase de Ciencias Naturales al día siguiente. Esa vez saqueamos el refrigerador de la mamá de Ben, no sabíamos que comían los mapaches, así que tomamos carne, jamón, pan e incluso pedazos de lechuga. Ambos dijimos que iríamos a la casa el otro, ambos mentimos. Sin que nadie sepa, fuimos a ese bosque; estuvimos buscando hasta que de pronto nos topamos con un pequeño mapache, al que empezamos a perseguir. Teníamos que llevar a nuestra mascota a la escuela, pero como Ben no tenía y mi pez acababa de morir, decidimos que deberíamos llevar algo diferente, algo que nadie se esperaría, por eso optamos por un pequeño mapache. Y como niños ingenuos, nos adentramos más y más. Hasta que al cabo de unos minutos no sabíamos en dónde estábamos. Todos los árboles se veían iguales. Perdimos el camino que habíamos tomado desde hace mucho, y no teníamos ni la más remota idea de qué hacer. Poco a poco pasaron las horas, y ambos sentimos cómo nuestros estómagos nos pedían algo para comer. Así que con algo de frustración comimos esa ‘basura’ que habíamos llevado; fue una delicia que duró poco tiempo, pues no era suficiente para los dos.
Estuvimos diez horas fuera de casa, hasta que nos encontraron. Un grupo de policías junto con el padre de Ben habían estado buscándonos, todo desde que se dieron cuenta de que no estábamos en casa de ninguno. Mi amigo nunca perdió la fe, incluso cuando me vio llorar. Éramos un par de chiquillos, pero él me apoyó.
Ben estuvo conmigo en las locuras y estupideces, en las buenas y en las malas. Él me presentó a mi primera novia… pero me quitó a la que sería la última. Jamás olvidaré nuestros relatos, Benny. Así como no olvidaré nunca tu traición. No es que sea rencoroso a fuerzas, simplemente trato de no ser estúpido. Trato de distraerme un momento al menos. Trato de no pensar mientras me dan la llave de mi cuarto en este motel. Y mientras subo mi maleta y me preparo para descansar un rato, pienso en lo siguiente que haré… antes de que la policía se tope conmigo.
Mis lágrimas se lavan con la tenue lluvia que comienza a caer. El agua que corre por mi cuerpo se siente caliente. Y aunque la gente trata de intervenir, no puede… no se los permito. Muevo mis brazos y lucho por que me suelten, no quiero separarme de ella. Y cuando la ambulancia se la lleva no me dejan subir con ellos. Se necesitan a tres personas para sujetarme y tratar de calmarme. Estuve con ella casi cinco minutos, antes de que todos se percataran del terrible suceso.
Cuando viene la otra ambulancia por el chofer muerto, deciden llevarme por si sufro algún problema por el shock. Y me paso minutos sentado mientras me hacen preguntas estúpidas y checan mi vista. Toman mi pulso y verifican que todo esté en orden, pero en eso llegan un par de policías que piden mi declaración. Estamos en una habitación del hospital, me preguntan cada detalle y yo respondo con la verdad, les cuento lo que sé. Me miran una y otra vez, veo que no quieren creerme, buscan algo que me incrimine. No tienen ni maldita idea de quien fue el perpetrador del crimen, por eso están buscando un chivo expiatorio. Pero no lo encontrarán en mí. Al menos no por ahora. Hablo, repito, continúo con todo este asunto y no consiguen nada. Y antes de irse me prometen algo que sé que nunca harán; me prometen que encontrarán al asesino. Policías corruptos, no sé qué les hace pensar que les creería.
Y cuando pienso que toda está gente me dejará en paz y pido ver a Esperanza… un grupo de médicos se me acerca de nueva cuenta. Ellos dicen algo… dicen que hay personas que afirman haberme visto sangrar por los ojos. Les miento diciendo que eso no puede ser posible, los guío en la teoría de una posible alucinación provocada por histeria colectiva. Pero no permiten que me vaya así como así. Me hacen chequeos, análisis, radiografías, y como ocho pruebas más. Me dicen que me mantendrán en observación un par de días, pero antes quiero hacer algo; les pido que me permitan verla una última vez.
La morgue, un lugar frío y desolado. Y ella con rostro sereno, casi sonriente hasta el último momento. Los paramédicos me dijeron que entré en shock y que pude haber experimentado algunas alucinaciones… “visiones”.
- …Pero sea como sea, son imágenes que están en mi cabeza y no las puedo sacar. Y me dan vueltas y vueltas y pienso, y no dejo de hacerlo. No dejo de pensar en qué hubiera pasado y si hubiera estado ahí antes, si hubiera estado ahí contigo. Bien… las lágrimas que ves ahora, son diferentes a las de anoche. Estas podría decirse son “normales”, son como agua salada… pero igual duelen. Y me duele más verte aquí, reposada y sin poder moverte; viendo que jamás volveré a escuchar tu risa ni a oír tu melodiosa voz. Y ahora… me vuelvo a preguntar qué clase de mal nacido te habrá hecho esto, y por qué. Es la pregunta del millón… ¿Por qué los inocentes… por qué la gente buena que quiere ayudar al mundo, sufre? ¿Y por qué aquellos que destruyen y causan daño… son libres? Hay infinidad de cosas que ahora comprendo menos que antes. Pero te juro por mi sangre… que llegaré al fondo de esto, amor. Te juro que encontraré al que nos hizo esto. Te amaré siempre, Esperanza…
- Señor Méndez, es la policía.
Despierto de mi maravilloso letargo de una manera abrupta. Me acerco sigilosamente a la puerta y trato de escuchar atentamente lo que pasa al otro lado…
- Abra, por favor. No hay ningún problema, solo queremos hacerle algunas preguntas.
Preguntas. Es en momentos como este en los que uno debe ser prudente y pensar bien las cosas. No hay necesidad de salir brincando por la ventana, aún no. Entonces decido escuchar a los oficiales en esta ocasión.
- Hola, que tal. Disculpen la tardanza.
- No hay problema, señor. Soy el agente Santos y él es mi compañero, el agente Valeira.
- Que tal, mucho gusto. Ehhh… ¿En qué puedo ayudarles?
- Pues verá, señor. No sé si esté enterado pero anoche el señor… Benjamín Ramírez, fue asesinado.
- Ohh… ¿Cómo es posible?
Debo reconocer que esto último sonó algo fingido y hasta sarcástico.
- Fue encontrado tirado en la sala de su departamento como a las diez de la noche. Todo indica que el asesino lo mató a golpes.
- ¿Y qué saben sobre el responsable?
- Aparentemente nada. Pero encontramos una agenda tirada en el suelo. Contenía varios nombres y teléfonos. Algunas direcciones. Suponemos que son todos los amigos y conocidos del señor Ramírez. Hemos estado visitando a cada uno para preguntar si saben algo… si vieron al señor en algún lado antes del crimen, cosas por el estilo.
- Pues tenía meses que no lo veía.
Mamá… perdóname por decir tantas mentiras.
- Mire, en este momento cualquier clase de información nos sería de gran utilidad. Si nos acompañara a la estación podría darnos una pequeña declaración. Así en caso de que encontremos algo, podríamos comparar hechos y además hacérselos saber.
- Gracias, pero no. Disculpe señor, Méndez. Pero para ser sincero creo que es la mejor opción. Debería acompañarnos para verificar cualquier cosa.
- Muy bien, no es que desconfíe de ustedes, pero podrían enseñarme sus placas. Es que he pasado por malas experiencias antes y no me gustaría que se repitieran.
Se miran un momento y después se vuelven hacia mí otra vez.
- Señor Miguel Ángel Méndez, lamento decirle que va a tener que acompañarnos.
- Muy bien, solo muéstrenme sus placas e identificaciones y luego…
- Señor, no entiende, usted…
- Entiendo, sólo necesito que…
- Señor… para que me entienda… va a tener que acompañarnos, lo quiera o no…
Pienso unos segundos en silencio.
- Está bien, está bien. Pero una cosa antes… ustedes no son policías, ¿cierto?...
TO BE CONTINUED...